Novios y novias en casa, no



En casa, ni novios ni novias. De eso nada. Y no es sólo porque me cueste creer que tengan edad, no. Es mucho más complicado y a la vez más lógico. Del uno al diez, viene siendo once en el nivel de decisiones erróneas que pueden tomar un padre y una madre. En el mejor de los casos, comparable a que se abra la tarima flotante bajo nuestros pies, modalidad milenial de las puertas del infierno.

Párate a pensarlo. Desde el principio, desde que sólo dependían de tí. Van pasando los años, y todo el rato nos interesa qué hacen, cómo lo hacen y con quien. La implicación emocional es grande, porque tiene que serlo. No hace falta ser hiper, helicóptero o mamásupergen. Un mínimo va con el cargo, siempre.

Bolsos, bolsos y bolsos


Recuerdo cuando me propuse hacerme una colcha de patchwork. Todo un reto para mí, doña inmediata: un proyecto a largo plazo, que requería constancia y paciencia. Creo que hace unos cuatro años, y sigue siendo uno de mis  tesoros. Me la llevo de habitación en habitación dependiendo de donde me instale a trastear con mis cosas. 


Hijos adolescentes. Y madres que preguntan mucho.






Alguien ingenuo podría pensar que una madre se siente feliz con el bienestar de sus hijos adolescentes, que disfruta al saber que se divierten, o que le gusta saber el nombre de sus amigos porque así, en la próxima conversación, sabrá de quienes se está hablando. Podría pensar que esa madre está haciendo lo que debe, que el interés no es una amenaza y que está cumpliendo con su papel. Pobre insensato.