Cuerpo a tierra.
Socorro.
¡Quiero desaparecer!
Fueron las primeras ideas coherentes que consiguieron tomar forma en mi mente en el momento en que fui consciente de que la palabra sexo, y lo que es peor, el hecho, salía al camino de mis pollos.
¡Un tsunami! ¡Imposible esquivarlo!
Teníamos que haber ido a todas las escuelas de madres y padres del mundo, leer libros, ir a charlas, atesorar artículos... da igual, es como si oyéramos llover, no va con nosotros hasta que llega. Es como las verduras. Sabes que te conviene tomarlas. Pero no te gustan, y vas pasando. Un día vas al médico, te pega un susto, y te dedicas a ponerte verde, por dentro y por fuera.
Y claro, si vas de moderna, no puedes desmontar tu imagen de la noche a la mañana. Aunque ganas no te faltan.
Hablando claro, las madres, mesura y medida tenemos la justa, sobre todo si se trata de correr el riesgo de colocarnos en la peor parte de la estadística. Y es que si pensamos en sexo y adolescentes, ya no es que imaginemos lo peor, es que ya lo vivimos, lo amasamos, lo alimentamos con insomnio y nos olvidamos de que para porcentajes, el mayor es el de las situaciones normales y sanas. Pero no estamos para tomárnoslo con ligereza, ¡ahora tenemos miedo!
¿Que si se trata de que nos den un historial con detalles? No, no, por favor. Yo es que soy muy ordenada, y cada cosa hay que decirla y hacerla en su lugar. Buscas la consulta pertinente, llevas al adolescente, lo sueltas a los leones, y sales a la sala de espera con la excusa del derecho a la intimidad y el secreto profesional. Con eso cumples unos mínimos y te quitas un par de toneladas de peso de las mil que llevas encima de terror. No quita que se hable, que tampoco hay que ser un ñu. Pero que levante la mano la que tiene facilidad de palabra si tiene que entrar al detalle hablando de sexo con un adolescente. A otro perro con ese hueso.
Después llega el momento casa-cuarto-compañía. Yo quería ser de la generación de mis padres. Los niños con las niñas y los niños con los niños, ¿qué les decía del orden? Pero no, tuvimos que modernizarnos, claro. Todos juntos al cole. Todos juntos a jugar. Todos amigos y amigas. Así no hay forma de ser controladora como es debido, ¡caramba! Ahora vuelve de la consulta médica fatídica, enfréntate a esa formación de hormonas que tienes por hijo y dile no, desde hoy, a estudiar sólo pueden venir los que tengan nombre de chico. Pues que quieren que les diga, eso, coherente no parece. Y te fastidias.
Y ya si quieren vivir el culmen del pavor, prueben a descubrir que si, que ha pasado. Hay una novia. ¿Se lo imaginan buena persona, moderada, respetuosa y nacido en una familia normal? No, por supuesto. Y haces un retrato robot en la mente tan verídico y malvado que casi te decepciona cuando descubres que es buena persona, moderada, respetuosa y nacida en una familia normal y corriente, del mismo planeta Tierra, oiga. Del mismo tipo de carne y de hueso que tu propia hijo.
Por supuesto apliquen a cada frase el doble género correspondiente. Da igual chico o chica. Los que se atreven a intentar llevarse el amor de un hijo son, por definición, rivales.
Hasta que se demuestra lo contrario.
¿Hay más aterrorizados en la sala?
No se corten, pueden compartirlo. No es que yo les pueda ayudar mucho, pero miedo de muchos...
3 comentarios:
Ya sé que no son comparables los 7 con los 17 pero vamos que vienen pisando fuerte!!!!
Y nadie nos preparó para esto!!! Besotes!!
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