La ley de Crazy, o el efecto custodia compartida

Los que disfrutamos de una vida con pase permanente para subir a la montaña rusa lo sabemos. Nunca te acostumbras. Los que me seguís ya sabeis del efecto custodia compartida. Ese que te viene como extra cuando te compras el pack completo de casamiento + matrimoniofeliz + uyvaaserqueestonofunciona. Como entrenamiento para el desalojo definitido del nido no tiene precio. Pasa una de ser mamá gallina a todas horas minutos y segundos a, de repente, sentirse como en un campo con sonido de  grillos, ¿a dónde se han ido todos? Tranquilos, no va el post de dramas vitales, vamos a utilizarlo solamente como introducción. Ese fue un ensayo para saber mantener el norte cuando llegue el día 0 a la hora H: vivir en el nido vacío.

Tampoco es que juegue con ventaja. Sé que hay miles de pajarracas jefas que también se abonaron al mismo pack con final real y antes muertas que imaginarse el remolino de ramitas sin esos polluelos piando, comiendo, pidiendo y desordenándolo todo. Perdón, repito: sin esas adorables criaturas que son la luz y el objeto único de nuestra existencia. O sea, que la cosa está así: no soy una madre normal, avisados estábais, Ya sea por las fases de convivencia alternas o por la genética infame que no sé de que rama me habrá llegado, realmente yo contemplo la posibilidad de disfrutar de una sana etapa postcrianza, sin dramas, sin nostalgias y, porque no, living la vida loca.

Ahora es cuando viene la contradicción. Cuando, después de pensar que ya la vida me condimentó bastante, me queda la guinda, descolocarme ante lo que me creía preparada. Pasar, en menos que canta un costillo, digo un gallo, de tener toda una maraña de tareas pendientes nada relacionadas conmigo misma a: cri cri, cri cri, paz extraña, agenda en blanco. Y será por entrenamiento. Y será por proyectos y actividades pendientes de hacer. Del todo a la nada. Del barullo al silencio soñado y quedarme con cara de pájara loca.



Pues aquí tenemos ni más ni menos que un ejemplo de libro de escupir parriba. Vuelvan a comprobar el nombre del blog, cójanme la palabra, y riánse de mi. Tienen licencia. No hay como tener un mapa para perderse. Afortunadamente, son pequeñas transiciones, inherentes a mi, muy yo. Seguiré escuchando grillos, sea por un fin de semana o por unas vacaciones. más todavía cuando emprendan el vuelo. Y me recolocaré en mi casilla, me iré de cabeza a mis tareas pospuestas y viviré al son de Crazy, (pulse aquí) probablemente. Y probablemente, nunca me acostumbraré.



No hay comentarios: