No soy una madre normal

Me da la impresión de que este debería haber sido el primer post de este blog. Habrá sido timidez (o podemos llamarlo: como me presente así de bruja no me lee ni Gargamel). O lo mismo todavía estoy digiriendo como soy, que hablan mucho de la cuarentena, pero a mí me ha llegado sin avisar, y estoy aún sin terminar de cocer...

Acabemos, o más bien, empecemos: no soy una madre normal.

Yo duermo como un lirón cuando los pollos no están. Os lo juro, Y sin drogas. Es más, lo mismo me despierto por la mañana y necesito colocarme las neuronas antes de tener claro si los pollos están o no en el nido. En mi defensa puedo alegar que tienen dos nidos, de modo que podemos denominar a este fenómeno "efecto custodia compartida". Si visualizo o intuyo cualquier posible peligro que pueda acecharles pobre de la amiga de turno a la que le toque aguantarme, porque me pongo muy, muy paranoica. Pero así, en frío, si sé dónde están, o creo saberlo, a otra cosa, mente relajada.




No vivo con angustia la espera a que aparezca el primer amor. O debería decir no viví. Me entuasiasmo. Las mariposas no saben donde quedarse a revolotear, en el estómago adolescente o en el de la madre loca. Que queréis, me parece tan adorable! No es una forma de evidenciar que has ayudado a crecer a un ser querible? Lejos están estos dos de contarme detalles de su vida amorosa, que ya puestos a confesar, pues me parece que tampoco hace falta. Pero debo ser eso que llaman una madre permisiva, porque aquí las puertas están abiertas, ya sea a amigos o amigas, o a quien sabe si en proceso de ser algo más.

Aquí cada uno come cuanto le apetece. Cuando, no. Solo me faltaba poner turnos a petición de los usuarios, pero, que tienes más hambre, come más. Que tienes menos, pues menos. Y de sanos, lo que todos, alérgicos perdidos y atópicos los dos, uno tirando a alto y la otra en frasco pequeño y exclusivo, como su madre. Lo normal. Que complicaciones a mí me van las justas. Eso si, menú único, si hoy te gusta menos, mañana igual tienes suerte y cae tu comida favorita. Tengo al costillo aterrado con la perspectiva de que el pollo, así como aterrice en Alemania de becario pobre, se alimentará exclusivamente de salchichas y carnes elaboradas varias. Pues que quereis que os diga, por algo se ha ganado el título oficial de carnívoro del nido. Yo, a tierras germanas, a hacer comidas de mamá, me da que no voy a ir. Si, yo en mi linea, tranqulidad.

No me precupa como vistan. Ni como se peinen. Cierto es que están dentro de unos cánones más o menos estándar para el momento actual, a saber: melena larga y barba él, con coleta alta con amago de moño si el rigor climático así lo hace necesario o se cansa de comerse los pelos, o a lo mejor es más bien un aire hipsteriano, yo que sé, que ya he dicho que no me preocupa y no voy a entrar a catalogar estilos. Por cierto, la barba, es posible que esté participando en una competición  a la más desordenada. Será por las mil quinientas veces que le digo al día: pollo, te recorto la barba? Anda, mira, ya salió la madre normal, se ve que todavía hay esperanza para mi. Melena larga también ella. Ojo con sugerir algún corte, caerás fulminada por la mirada más aterradora que puede dirigir esa carita tan adorable (si, amor de madre, que pasa). Su estilo lo forman piezas susceptibles de ser compatibles con su actividad prioritaria: bailar hip hop. Para sus outfits diarios se necesita todo un despliegue de medios, léase prendas esparcidas, y puede que, en sus momentos más comunicativos, intercambiemos opiniones, dichas las mías con toda la prudencia posible, que de la mirada aterradora ya hemos hablado.

Juzguen ustedes, o no. Es una pequeña muestra del calado de desatención al que puede llegar esta infame pajarraca. Si se acercan a tierras gallegas y ven a un hipster y una hiphopera campando a sus anchas, no los culpen, es que no tienen una madre normal.

No hay comentarios: